Fundación José Vasconcelos I.A.P.

El fiscal

De Antonio de Petro

PRÓLOGO de Mauricio Beuchot.

El libro de Antonio de Petro nos deja casi siempre en el misterio. Le gusta hacer una trama enigmática, y que vayamos trabajosamente adivinando cómo se desenvuelve. Pero nos deja contentos, porque precisamente es en ese suspenso en el que nos sentimos atraídos por una narración.

Además, tiene un fondo muy filosófico. Parece reflejar el modo como suceden las cosas, como se desarrolla la vida. Es todo misterio, enigma. Es la condición no sólo de la literatura, sino de esa parte suya que es el texto que contiene filosofía.

Creo que la filosofía debe atender a la literatura, y me lo confirma el texto de Antonio de Petro. Muchas veces encuentro que una cosa filosófica la expresa mejor el literato, sólo que de una manera diferente.

Lo que la narración literaria nos muestra es que hay muchos mundos posibles. Elegimos alguno de ellos y lo describimos o, incluso, lo construimos. Y así procede el cuento o la novela. Incluso la poesía. Es la libertad del ser humano de hacer universos.

Se ha visto que la creatividad literaria nos demuestra que el hombre no está constreñido al mundo actual, sino que puede escaparse a otros. Inclusive, el edificar situaciones muy diferentes de las que nos rodean indica que puede oponerse a lo que nos sucede. Hasta a construir utopías.

De Petro va hilvanando sucesos, que a primera vista parecen desordenados, sin conexión; pero poco a poco van adquiriendo coherencia. Se trata de la vida misma, que se nos muestra como una serie de estampas en sucesión, pero que cuesta trabajo reunirlas, engarzarlas.

Igual pasa con la historia. Se nos antoja irracional, absurda, desconectada. Pero tenemos que encontrarle el sentido. Es nuestro trabajo de interpretación, de hermeneutas de lo que se resiste a la comprensión. Y es que casi nos toca hacer una novela, o un cuento, una narrativa con esos pedazos sueltos.

Así, el texto de Antonio de Petro nos pide nuestra interpretación, nos postula como hermeneutas, para arrancarle la comprensión. Pero, después de nuestro afán de lectura, encontramos el disfrute. Porque nos enseña lo que hemos de hacer con nuestra existencia: interpretarla, comprenderla.

Tenemos que agradecer a De Petro el texto que nos ha entregado. De lectura no simplista, sino que requiere nuestra colaboración; pero es lo que nos agrada en la literatura. Un diálogo con el autor, un estarnos escuchando el uno al otro.

No me queda sino congratularme por haber leído este relato, pues he podido ejercer la labor hermenéutica; pero, sobre todo, por haber recibido lecciones de su autor, porque me he sentido lector e intérprete de la vida misma.

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